Actualmente hemos oído muchas veces esta palabra, sobre todo a nivel político y económico, donde una crisis en determinado país afecta a toda la aldea global. Al aparecer unida a lo monetario ha quedado cargada de connotaciones negativas.
Pero para develar su natural significado, nos introduciremos en lo profundo de su raíz etimológica para allí encontrar nuevos sentidos. La palabra Crisis viene del griego: Krisis, que a su vez se deriva del verbo Krinein, que significa separar o decidir. Podemos ver como a partir de comprender estos conceptos, comenzamos a tomar una postura distinta con respecto a éste fenómeno.
Muchas veces entendemos la Crisis como un hecho que nos sobreviene de forma repentina y trágica, pero al parecer está más relacionada con lo reflexivo y discernido que con lo súbito.
Históricamente las crisis han estado vinculadas a fuertes e importantes cambios en el recorrido de la humanidad. Suponen un proceso donde se abandona un antiguo orden para asumir uno nuevo, cuyo transcurrir genera sentimientos de incertidumbre, inseguridad y desprotección.
También podemos pensar las crisis que naturalmente atraviesan todas las personas a lo largo de su vida, como ser el nacimiento, empezar la escuela, la adolescencia, el abandono del núcleo familiar, la crisis de la mitad de la vida, la jubilación, etc., etc. Por lo tanto vemos que Crisis es un concepto que engloba a los de cambio y discernimiento.
Si pensamos en estas dos nociones nos vamos a dar cuenta que están emparentadas con la idea de Tiempo. Todo proceso de transformación requiere de un tiempo necesario para que se produzcan los frutos. Por ejemplo, una de las más intensas y productivas crisis del ser humano es la Adolescencia, donde se abandona la niñez para construir una identidad adulta. Y para que sea exitoso éste transcurso se necesita de un tiempo determinado, que muchas veces no tiene que ver con el reloj.
Por lo general, los procesos de maduración, crecimiento y cambio no se pueden medir en términos de tiempo Cronológico (minutos, horas, días, meses, etc.), sino que estamos hablando del tiempo personal, el cual se denomina Kairós.
El cual se puede definir como: “(…)tiempo oportuno de la templanza, de la mezcla propicia, del encuentro y la tensión productiva entre energías productivas y potencias distintas(…)”(Marramao, 2008,pp 15), entendido de esta manera el Kairós es el “tiempo justo para”, ” el tiempo de…”.
Es por ello que podemos ver a la Crisis como tiempo para el cambio, una oportunidad que nos da la vida para el crecimiento. Para abandonar viejos estilos de vida y crear nuevos sentidos.
Muchas veces no elegimos modificaciones tan profundas, estas se imponen en nuestra vida, lo antiguo cae y somos los responsables de re-construir la propia existencia. Por ejemplo, no está en nuestras manos la pérdida de un trabajo, una separación, la partida de un ser querido, mudanza, emigración etc., etc., pero si depende de nosotros como responder a las pruebas que la vida nos presenta.
En estas situaciones de cambio tenemos la vivencia de desorientación y falta de claridad para discernir, se nos impone la necesidad de encontrar otros rumbos, caminos, sentidos. Probablemente antes nuestro sentido de vida estuviera abocado al trabajo, a la familia, la casa, etc., etc., pero la actual situación nos reclama que seamos capaces de vivir nuevos valores, o sea, encontrarle sentido a este momento particular de la vida.
Para ello tenemos que apelar a nuestra actitud, que sí somos libres para elegirla, y nos permite salir adelante centrándonos en lo que hago con lo que me pasa, más que con lo que me pasa en sí. En esto reside la dignidad de la persona, en el poder pararse erguidamente frente a la vida y no ser un mero resultado de vicisitudes de la misma
Tenemos la posibilidad a través de la Crisis (sea de la clase que sea) de ser testimonio cabal de que la vida siempre tiene sentido, respondiendo ante ella de la manera más humana posible. Atendiendo a lo que nos reclama aquí y ahora, no quedándonos en el pasado, sino atesorándolo y utilizándolo como impulso para seguir adelante.
Luego de este recorrido podemos comprender a la Crisis como un tiempo especial para el desarrollo personal que a través del discernimiento, nos permita encontrar nuevos sentidos a la vida; donde nuestra actitud es determinante para salir fortalecido. Podremos alegar que aún perdiéndolo todo fuimos capaces de decir “A pesar de todo, si a la vida…” (Frankl).
(*)Artículo publicado en Revista Vocación. Año 9. Número 36. Setiembre 2010.
(*)Artículo publicado en Revista Vocación. Año 9. Número 36. Setiembre 2010.