martes, 31 de agosto de 2010

Crisis…tiempo para el sentido.



Actualmente hemos oído muchas veces esta palabra, sobre todo a nivel político y económico, donde una crisis en determinado país afecta a toda la aldea global. Al aparecer unida  a lo monetario ha quedado  cargada de connotaciones negativas.
Pero para develar su natural significado, nos introduciremos en lo profundo de su raíz etimológica para allí encontrar nuevos sentidos.  La palabra Crisis viene del griego: Krisis, que a su vez se deriva del verbo Krinein, que significa separar o decidir. Podemos ver como a partir de comprender estos conceptos, comenzamos a tomar una postura distinta con respecto a éste fenómeno.
  Muchas veces entendemos la Crisis como un hecho que nos sobreviene de forma repentina  y trágica,  pero al parecer  está más relacionada con lo reflexivo y discernido que con lo súbito.
Históricamente las crisis han estado vinculadas a fuertes e importantes cambios en el recorrido de la humanidad. Suponen un proceso donde se abandona un antiguo orden para asumir uno nuevo,  cuyo transcurrir genera sentimientos de incertidumbre, inseguridad y desprotección.
También podemos pensar las crisis que naturalmente atraviesan todas las personas a lo largo de su vida, como ser el nacimiento, empezar la escuela, la adolescencia, el abandono del núcleo familiar, la crisis de la mitad de la vida, la jubilación, etc.,  etc. Por lo tanto vemos que Crisis es un concepto que  engloba a los de cambio y discernimiento.
Si pensamos en estas dos nociones nos vamos a dar cuenta que están emparentadas con la idea de Tiempo. Todo proceso de transformación requiere de un tiempo necesario para que se produzcan los frutos. Por ejemplo, una de las más intensas y productivas crisis  del ser humano es la Adolescencia, donde se abandona la niñez para construir una identidad adulta. Y para que sea exitoso éste transcurso  se necesita de un tiempo determinado, que muchas veces no tiene que ver con el reloj.
Por lo general, los procesos de maduración,  crecimiento y  cambio no se pueden medir en términos de tiempo Cronológico (minutos, horas, días, meses,  etc.), sino que  estamos hablando del tiempo personal, el cual se denomina Kairós.
El cual se puede  definir como: “(…)tiempo oportuno de la templanza, de la mezcla propicia, del encuentro y la tensión productiva entre energías productivas y potencias distintas(…)”(Marramao, 2008,pp 15),  entendido de esta manera el Kairós es el “tiempo justo para”, ” el tiempo de…”.

Es por ello que podemos ver a la Crisis como tiempo para  el cambio, una oportunidad que nos da la vida para el crecimiento. Para abandonar viejos estilos de vida y crear nuevos sentidos.
Muchas veces no elegimos modificaciones tan profundas,  estas se imponen en nuestra vida, lo antiguo cae  y somos los responsables de re-construir la propia existencia. Por ejemplo, no está en nuestras manos la pérdida de un trabajo, una separación, la partida de un ser querido,  mudanza, emigración etc., etc., pero si depende de  nosotros como responder a las pruebas que la vida nos presenta.
En estas situaciones de cambio tenemos la vivencia de desorientación y  falta de claridad para discernir, se nos impone la necesidad de encontrar  otros rumbos, caminos,  sentidos. Probablemente antes nuestro sentido de vida estuviera abocado al trabajo, a la familia, la casa, etc., etc., pero la actual situación nos reclama que seamos capaces de vivir nuevos  valores, o sea, encontrarle sentido a este momento particular de la vida.  
Para ello tenemos que apelar a  nuestra actitud, que sí  somos libres para elegirla, y nos permite  salir  adelante centrándonos  en lo que hago con lo que me pasa,  más que con lo que me pasa en sí. En esto reside la dignidad de la persona, en  el poder pararse erguidamente frente a  la vida y no ser un  mero resultado de  vicisitudes de la misma
Tenemos la posibilidad a través de la Crisis (sea de la clase que sea) de ser testimonio cabal de que la vida siempre  tiene sentido, respondiendo ante ella de la manera más humana posible. Atendiendo a lo que nos reclama aquí y ahora, no quedándonos en el pasado, sino atesorándolo y utilizándolo como impulso para seguir adelante.
Luego de este recorrido podemos comprender a la Crisis como un tiempo especial para el desarrollo personal que a través del discernimiento, nos permita encontrar nuevos sentidos a  la vida; donde nuestra actitud es determinante para salir fortalecido. Podremos alegar que aún perdiéndolo todo fuimos capaces de decir “A pesar de todo, si a la vida…” (Frankl).
(*)Artículo publicado en Revista Vocación. Año 9. Número 36. Setiembre 2010.

martes, 24 de agosto de 2010

Vacío y Narcisismo a través de la Televisión


En esta época los medios masivos de comunicación han pasado a habitar  la res social, momento a momento,  día tras día y encuentro tras encuentro,  fueron ganando espacio en nuestra subjetividad. Hasta han llegado ser parte de la cotidianidad, entendida ésta como “quo-tidien”, lo que significa “el cada día”(Protesoni , 2001. Pp 16).
Sin duda alguna la Televisión  continúa siendo el estandarte de estos procesos llegando a todo el mundo. Un género que tiene un gran peso es el entretenimiento, ya que parece imponerse como una alternativa para los tiempos de estrés en que vivimos. Y en relación a nuestra era Posmoderna, el mostrar hasta lo más íntimo  es lo más exitoso (en términos de rating).
Con esto  nos referimos a la gran diversidad de “Shows” que sobreabunda,  ya sea  realitys,  magazines de  chismes, cámaras ocultas, etc., etc. A nivel de nuestro querido Río de la Plata, el programa que reúne todas éstas características y más es “Showmatch”. El cual se ha mantenido por veinte años, sufriendo varias transformaciones pero siempre al tope en los rankings de teleaudiencia. Actualmente se encuentra reproduciendo un formato europeo de concurso de baile. Denominado “Bailando por un sueño” semana tras semana se asiste a un sinfín de conflictos, entredichos, problemáticas, etc., etc.,  que parecen ser más redituables  que el propio arte escénico allí exhibido.
Si bien se ha vuelto cotidiano escuchar “¿viste lo que pasó  ayer en el bailando?”,  algo captó mi atención y fue esto…


Este extraño personaje pronunció un discurso…hizo uso de la palabra y del espacio televisivo para transmitirnos su parecer. Lo  más interesante  fue que  todo el tiempo estuvo  referido a su persona, denotando una hiperinflación de su Yo. Literalmente fue  un discurso Narcisista. Para ejemplificar esto, dos viñetas: “soy la demostración que hay una vida mejor y que la estoy disfrutando yo y no ellos (…)”; “Si estoy aquí es porque el Sr. Marcelo me considera un artista, un gran cantante, un excelente productor, un tipo con mucha facha, elegante y con toda la onda…”
Sin dejar de reconocer que esta persona tiene un claro Trastorno de Personalidad, mi cuestionamiento es acerca de qué condiciones (económicas, sociales, culturales, ideológicas, políticas, etc., etc.) producen sujetos y discursos de ésta clase.
Para pensar apenas una aproximación G. Lipovetsky nos hace un aporte:  “Eso es precisamente el narcisismo, la expresión gratuita, la primacía del acto de comunicación sobre la naturaleza de lo comunicado, la indiferencia por los contenidos, la comunicación sin objetivo, ni público, el emisor  convertido en el principal receptor, está es la lógica del vacío.”(1983, pp 14)
A través de su proclama se produce un borramiento del otro y genera  el regocijo de escuchar sus propias palabras hablando bien de él.  Primer y Tercer persona del singular parecen indiferenciarse y cambiar puestos entre sí. Lo cual nos habla de estructuras a nivel psíquico más laxas y borrosas.
“La patología mental obedece a la ley de la época, que tiende a la reducción de la rigideces así como  a la licuación de las relevancias estables, la crispación neurótica ha sido sustituida por la flotación narcisista.”(Idem, pp 76).
 El Narcisismo entre otros procesos, son la base  para la producción de  sujetos posmodernos y la televisión actúa como catalizador de dicho fenómeno. Constantemente se reproduce el circulo vicioso de la difusión de determinadas  imágenes que generan   múltiples identificaciones, que a su vez  crea una subjetividad consumista, hedonista, narcisista, etc., etc.,  y todo ello puesto al servicio del mercado.
Un elemento tan cotidiano  e inocente como la Televisión, a la  cual estamos expuestos algunas horas de nuestro día,  está  encargada de grandes transformaciones a nivel Psíquico y Social. Como vemos tiene un gran poder…pero no más  del que estemos dispuestos a darle, y aquí entra el cuestionamiento de ¿Qué es lo que hacemos con nuestro tiempo libre?
Entendido  como el momento del día que está más libre de condicionamientos externos, o sea, que  no se van  a generar  grandes inconvenientes   si en ese lapso   no se atienden   las obligaciones más urgentes.
A su vez es importante considerarlo como una oportunidad propicia para dar Sentido a nuestra vida , pudiendo realizar una actividad gratificante y autotrascendente. A propósito de esto Viktor Frankl nos dice: “vivimos en una época de reciente automatización y esta lleva consigo un incremento del tiempo libre disponible. Pero no hay solo un tiempo libre de algo sino también un tiempo libre para algo; el hombre existencialmente frustrado, sin embargo, no conoce nada con lo que podría llenarlo, nada con lo que podría rellenar su vacío existencial.”(Frankl, 1997.)
Si bien estamos expuestos constantemente al aburrimiento, existe siempre la posibilidad de hallar  vestigios de Sentido, pero ello es únicamente responsabilidad nuestra.  
De esta manera ante las propuestas vacías de contenido, que muchas veces tiene para ofrecernos la televisión, debemos  responder creativamente, buscando otro tipo de alternativas para hacer de nuestro tiempo libre una propuesta que nos permita desarrollarnos personalmente.